lunes, 2 de enero de 2012


-Buenas tardes Dr. Mata.
-Buenas tardes Sr. Torcuato, pase usted, tome asiento ¿qué lo trae por aquí?
-Otra vez este dolor que no me permite llevar una vida normal, Dr.
-Muy bien, recuéstese por favor, voy a revisarlo.
-Ojala esta vez sí pueda encontrarlo.
-¿Encontrar qué?
-El dolor.
-¿Pues no ha identificado usted exactamente donde siente el dolor?
-Sucede que cambia de localización durante el día, Dr., y a veces se esconde, no cesa, pero se oculta, haciéndome creer que por fin desaparecerá. Ya se lo había mencionado antes.
-Querrá decir que le duele en distintas partes de su cuerpo, durante el transcurso de las horas y por momentos las molestias aminoran.
-No, el dolor va poco a poco trasladándose de una extremidad a otra, por ejemplo, al levantarme por la mañana, me duele la mano izquierda y cuando me estoy bañando, el mismo dolor, no otro, lo siento en la rodilla derecha, está ahí, doliendo profundamente, aunque a ratos disminuye, permitiéndome concentrarme en mis ocupaciones, pero súbitamente reaparece en la espalda baja, como si me clavaran algo filoso, punzando terriblemente, me paraliza, me propina un enorme susto y además de la desagradable sorpresa, el aguijonazo del dolor y su extensa irradiación, repitiendo ese proceso varias veces al día. Es mi judío errante, caminando a su albedrío por mi cuerpo entero, pero este va armado, haciendo mucho daño cuando se le da la gana manifestarse. Incluso ha llegado a tomar el control de mi sistema nervioso central, causando estragos en mí, atacando simultáneamente más de dos órganos a la vez, llevándome a creer que sufriré un colapso fatal. Otras veces paraliza mis manos, las cosas se me caen sin poder evitarlo o taladra mi cabeza, provocándome fuertes mareos, hasta casi desmayarme.
-¿Así que su dolor no sólo es muscular u óseo, usted está seguro de que también se deja sentir en los órganos internos de su cuerpo?
-Claro Dr., se ha adaptado muy bien y ahora tiene la capacidad de viajar por mi torrente sanguíneo, deteniéndose donde mejor le parece, para  hacer lo que mejor sabe: dolerme.
-Muy bien Sr. Torcuato, debo insistir en la explicación que le he dado en sus anteriores consultas: el dolor es una reacción, provocada por algún estimulo o en ocasiones, una alerta ante el mal funcionamiento, sí, de alguno de sus órganos o la falta de cuidado en su salud o posiblemente sea provocado por el estrés…
-¡Sí, está de moda! Pero no, de verdad, puedo ver al dolor viajando debajo de mi piel, moviéndose de mi pie derecho a la mandíbula, subiendo hasta mi frente, de ahí pasa a la nuca, luego se va adentro de mi cabeza, se sitúa en alguno de mis oídos, impidiéndome escuchar con claridad y en ocasiones nubla mi vista, alternando a su antojo en ambos ojos; a veces llega a mis pulmones causándome asfixia por unos momentos, es desesperante, más cuando se instala en mi corazón, jugando cruelmente a fingir conatos de infarto, lo cual, usted comprenderá, me imposibilita llevar una vida normal, ¡todo el día está interrumpiendo mis actividades el maldito dolor!
-Muy bien, voy a recetarle…
-Los analgésicos no funcionarán, cuando empiezan a surtir efecto, el dolor ya cambio de sitio, en cuanto los siente cerca, se mueve.
-Bueno, entonces serán de mayor utilidad una radiografía o una resonancia magnética…
-Será inútil Dr., se lo he dicho antes, el dolor es invisible ¿cómo logrará verlo? Ni aun los más sofisticados aparatos podrían hallarlo.
-Muy bien ¿qué le parece si empleamos otro método, para intentar aislar el dolor y combatirlo de manera efectiva?
-¿Cuál sería el procedimiento, Dr.?
-Deberá usted ingerir una gran cantidad de licor, lo que obviamente le provocará una tremenda borrachera.
-Como usted sabe, yo no bebo.
-Sí, pero tome en cuenta que será con fines médicos, en todo momento cuidaré de su salud. Después lo atenderé si presenta usted cualquier malestar y le administraré medicamentos, en caso de ser necesario. Lo importante es lograr aislar el dolor y proceder de inmediato con un tratamiento, para lograr curarlo a usted, Sr. Torcuato.
-Bueno, si no hay otra opción, usted es el experto, Dr.
-Entonces, regrese a su dormitorio, daré instrucciones a la enfermera, para empezar inmediatamente el tratamiento.
-Usted manda, Dr.

-Enfermera ¿el Sr. Torcuato ya está en el dormitorio?
-Sí, Dr.
-Muy bien, ya sabe lo que procede.
-¿En verdad no hay otra alternativa para tratar a ese hombre?
-Por desgracia no, su enfermedad sobrepaso el punto de no retorno, sólo nos queda mantenerlo sobrio el mayor tiempo que sea posible y racionarle la ingesta de licor, seguirle el juego en estas consultas simuladas, para evitar que pudiera infligir algún daño al personal o alguno de los otros pacientes. Recuerde no perderlo de vista, pues aunque es un alcohólico pasivo, desconocemos el grado de su enfermedad a nivel mental, podría pasar a la violencia cualquier día de estos, por lo tanto tenga mucho cuidado y repórteme de inmediato el más pequeño cambio en su comportamiento.
-Así lo haré, Dr.