jueves, 24 de noviembre de 2011


Ella le preguntó a dónde iba,
al verlo salir.
Él no alcanzo a escuchar,
lo que le quiso decir.
Su ánimo violentado,
lo llevó afuera, para
adentrarse en sí mismo.

Ella lo maldice,
mientras lo ve irse.

Aborda la vía rápida,
esa de carga ligera,
atrayentemente peligrosa,
bajadas en picada,
curvas sinuosas,
fuerza centrifuga,
lo alejan de la razón.

Ella se inquieta
al sentirse sola.

Corre sobre el borde,
la ira se desborda,
el miedo ya no le estorba,
furioso su visión se deforma,
lo llaman las sombras,
se encuentra con ellas,
intentando cruzar la pared;
en un momento de lucidez,
consciente de su estupidez,
experimenta la ingravidez.  

Ella quiere ir a buscarlo,
aunque lo sabe perdido.

Hay tierra en sus pestañas,
dolor abriéndole las entrañas,
silencio que le amordaza con saña,
un recuerdo dulce, de sangre el sabor
y el poder sentirse, perdido por error,
mas descubre que en la oscuridad
no existe más el horror.

Ella lo espera,
a la mitad de todo.