jueves, 13 de octubre de 2011


Estaba la fuente sin agua,
bajo la luna enlutada,
en una plaza vacía,
noche nublada, fría.
Despacio algo camina,
sobre trémula piel,
blasfemias y golpes,
gritos que no terminan,
contradictorios delirios.
Pólvora incendiándose,
hace escapar con terror,
un lamento escarlata;
ojos en el cielo,
trampas a ras de piso,
acero bruñido, abre
en canal la noche,
se tiñe de color vida,
nacen fantasmas
por las calles viejas,
mariposas muertas
en lo alto de las cercas.
A la madrugada
el barrio antiguo
llora silencioso,
la muerte eterna.
Pueblo mártir,
huérfano de dioses,
sin más defensa
que sus palabras,
desde el parto
conoció el sacrificio;
los huesos de sus hijos,
todavía vivos, claman
entre las piedras;
cadáveres del tiempo,
debajo del nuevo edificio.

 ¡EJÉRCITO, NI UNA BALA
CONTRA TUS HERMANOS,
TÚ TAMBIÉN ERES PUEBLO!