Un hombre sencillo, blandía un arma de paz. La hacía
hablar un lenguaje de bellos sonidos. Hombre
de raíces añejas y largas alas. Profeta moderno, cantaba simples verdades, aprendidas
en su vida por las calles. En el laberinto su voz se escuchó, constante, como
lluvia en el mes de agosto, hasta que un septiembre, en sus entrañas lo
enterró. Sibarita pero humilde, amante de las tradiciones, existencia
cotidiana, reflejada en sus canciones. Por naturaleza bohemio, seducía a la
noche con su voz áspera y sus versos de virtuoso ingenio. Ágiles las palabras,
saltaban de su boca, sabiduría y humor popular, trasciende los años su discurso
de juglar. Protagonista en el proscenio del fin de milenio, compartió sin
recelo lo más selecto de su intelecto. Una mañana, La Tierra se desperezo
abruptamente, sepultó sin ceremonias edificios y gente, tal vez Rodrigo aún dormía
plácidamente o trovando daba la bienvenida al amanecer, pero indefenso, como
muchos, falleció y por un instante supo lo que es estar al revés. Se fue a
lazar quimeras con notas de guitarra, allá donde la eternidad libera y a la vez
amarra.
miércoles, 31 de agosto de 2011
sábado, 27 de agosto de 2011
Calma en la nada,
silencioso
calor y letargo,
suave polvo
amargo,
viejo sol,
derrite las
palabras.
Aire cantor
arrulla al
vacío,
coro de
perros,
ritmo de
grillos,
charla de
pájaros,
labor en la
colmena,
lágrimas
olorosas
en la piel
descascarada,
de un
anciano árbol.
Hojas secas,
como
pensamientos,
cayendo
ligeras.
Pensamientos
en tristes
colores,
caen sin
aviso,
cual hojas
secas.
Gusanos
audaces,
remontan el
lodo,
trepan al
alimento
que todavía
resuella.
Mis manos
bailan
con nubes
raudas,
en la
pizarra azul
de la
esperanza.
Noche, hoy
te pido
demores
en llegar,
deja al día
extenderse,
posarse en
las cosas,
como un
sueño perenne.
Alguna vez seré
envuelto
por la tierra,
el cielo escupirá
sobre mí,
la
eternidad me verá
callar en
su silencio.
Noche, bien
sabes que
no todos
los días
es
diciembre.
miércoles, 24 de agosto de 2011
Tú
preguntas,
yo no
respondo.
Tú eres
indiferente,
cuando yo
hablo.
Yo soy tú
para ti,
tú eres yo
para mí.
No me
perteneces
ni te
intereso.
Pero tú
estás
y yo me
quedo.
Buscamos un
final
desde el
comienzo.
Tú me
buscas,
yo te
persigo,
egos en
juego,
pero…
tú no
perderás,
yo no
apostaré,
tal vez tú
ganas
cuando yo
cedo;
ninguno
puede
saberlo.
Tu
idiosincrasia
o mi
criterio,
una disputa
muy en
serio.
Somos dos,
sin un
acuerdo.
Tú no me
sueltas,
ni yo te
dejo,
el tiempo,
sin prisa,
se hace
viejo.
El amor es...
una idea irreal,
tú lo dices,
yo lo creo;
ninguno puede
saberlo.
ninguno puede
saberlo.
Pero tú
estás
y yo me
quedo.
Buscamos un
final
desde el
comienzo.
viernes, 19 de agosto de 2011
Quisiera encontrar
las palabras que perdí,
los sueños interrumpidos,
los rosarios con mi Abuela,
la infancia como de bruma,
cada día desaprovechado,
la juventud malgastada,
las noches que malviví.
En horas de madrugada,
que son pocas,
pero muy largas,
salgo al camino,
atento por si habla,
pero descansan
también los caminos,
de la ciudad solitaria.
Vigilancia en las esquinas,
voluntades apagadas,
caras desanimadas,
esperando al último,
al que ya no se levanta.
Todo sucede despacio,
en horas de madrugada,
el silencio arrulla al sueño,
tampoco los perros ladran.
En las horas más oscuras
y hasta la nueva mañana,
se perdió mi soledad,
por la luna acompañada;
vi fantasmas desaparecer,
oí al bullicio acallarse,
el sol despertó a la ciudad
y no recuperé nada.
miércoles, 17 de agosto de 2011
De donde
viene la inspiración,
también
llega el deseo,
seguidos
del pensamiento,
de ahí mismo
nace el amor,
igualmente
genera la duda,
el odio
es otro de sus hijos,
sin medida engendra la virtud.
Un poco de esa ignota esencia,
viaja
en la cola de un cometa,
amaga
golpear planetas,
acaricia
sombrías lunas,
explorador
del universo,
atestigua
el fin de supernovas
y se
impregna de nebulosas.
A si
mismo es tan sencilla,
como
una diminuta hormiga.
Idea
inquieta sin camino,
diseminándose
en el caos.
Nada y
todo conjugados,
opuestos
bien entrelazados.
Es
complicado hacerlo simple.
martes, 16 de agosto de 2011
jueves, 11 de agosto de 2011
Niños que nacen sin futuro.
Paridos del sufrimiento,
a una existencia estéril.
Habitan el infierno
y luego mueren.
Deshidratados,
sin fuerza postrados.
En la ignorancia de existir.
No piden llegar,
parten sin desearlo.
Realmente nunca sabrán.
Sus ojos no lloran,
su boca es un desierto,
donde grita el dolor,
que no puede curar el amor.
Los hombres se marcharon,
dejaron tierra, mujeres e hijos,
muriendo de hambre y sed;
la tierra come cuerpos
y es raro que el cielo llore.
Los hombres nunca regresan,
las mujeres no tienen esperanza,
engendran niños con un sino débil
y breve.
Todos son víctimas inocentes.
martes, 9 de agosto de 2011
miércoles, 3 de agosto de 2011
Junto los fragmentos de una historia desconocida,
sin forma o principio, por lo tanto carente de final y contenido, poco a poco,
en mi imaginación, va tomando sentido. Esculpo la idea, coloreo con palabras,
le doy ritmo a las frases, el texto empieza a vivir. Asoma, crece, se apropia
de substantivos y adjetivos necesarios para llegar a ser, prácticamente se me
escapa de las manos. Lo acomodo con esmero, arreglo y corrijo, le agrego, lo
extiendo, suprimo, espero no mutilar su espontánea concepción, sujeta a la
deliberación, mezcla de esfuerzo e inspiración. Lo veo, releo, me cuestiono,
siento que corre en mis fantasías y recuerdos, se enlaza con todas las cosas
que soy, se transforma en palabras, aunque a veces no parezca tener contexto.
Habla por si solo al leerlo, algo, que no es secreto, le dice a ojos atentos;
algo que resurgirá en otros momentos, en la intimidad personal de aquellos que
juntan fragmentos.
martes, 2 de agosto de 2011
Atrapado el sol en un ángulo de mi ventana.
Conservo el brillo de la luna en otro espacio del
cristal.
El cielo lleno de grises nubes a punto de caer,
imagen detenida también.
El mismo pedazo de firmamento, esta vez límpido,
guardado en cuadro cristalino.
Gotas imperecederas de lluvia, pegadas al cuerpo
transparente, hilos de vida en suspenso.
Una cara sonriente y sus pequeñas manos, se han
quedado grabadas en el vidrio plano.
La marca de los labios que amo, en rojo intenso
como el deseo, me besan cuando los veo.
Una escena de la calle vacía, perros durmiendo en
los umbrales, la noche llegando; otra de la calle poblada de gente, actores de
vida, bañados de luz.
Miro fijamente cada pequeño espacio y se revela el ayer.
Miro fijamente cada pequeño espacio y se revela el ayer.
Mosaico de días y noches, momentos capturados en
la memoria, una existencia a través de la ventana, detrás de la misma vieja
persiana.
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