Pasa un momento, visible movimiento, tránsito lento,
blanco amontonamiento, en el matizado firmamento. Débil sol, un poco de azul, escala de grises
arribando. Ruido, caos en el laberinto,
Titán al borde de un infarto, vagos recuerdos de
su parto, no reconoce sus años, creció desproporcionado, entre naturales
murallas, montañas enanas y dos guardianes nevados,
inamovibles durmientes, de entrañas ardientes, observan
el hormiguero atestado. Ciudad no eres tan grande, pero en este punto de la
historia, bien podrías ser Roma o la coordenada exacta del segundo advenimiento
mesiánico; tal vez la parada obligada de un contingente intergaláctico. Sin
embargo lo más práctico no tiene nada de mágico, tus días y noches son
continuos absurdos, tragicómicos episodios, ríen con igual energía la felicidad
y el odio, vida y muerte prostituyen a la suerte, intentando probar cual es más
fuerte. Por tus venas corren el veneno y el antídoto, tráfico de gloria y
desdicha, en pacíficos infiernos se fatigan tus internos, miserables
semidioses, moribundos precoces, siguen una ruta en tu piel, entre méndigos y
putas, van buscando evitar el final, solos en comunidad, llevan un tesoro de
ceniza en sus alforjas, promesas muertas, recuerdos que sonríen desde el pasado
y un futuro que tiene miedo de llegar. Ciudad, cambios inconcebibles sobre ti
se ciernen, la revelación de todas las dudas, jamás podrían haberlo imaginado
Asimov ni Verne, Nostradamus se guardó el secreto de tu destino, pero seguro que esta noche, otra vez, llueve. Ciudad, eres tan
bella en tu deformidad, pedazos de todo el mundo conforman tu unidad, el mejor
lugar para vivir, trabajar y pernoctar, por unanimidad, a pesar de que albergas
desigualdad, quizás eso te hace única, estar perdida pero bien ubicada, ser
detestada y deseada, esperanza pública. Ciudad, universo a escala, personalidad
indefinida, eterna obra inconclusa, tugurio de fantasmas y musas, de tus pisos
mugrosos abusan los ignorantes poderosos, inconformes con el rico y con el
pobre, te hieren y cicatrizan tus calles, ¿correrías para salvarte, antes de
que se hunda el valle? Ciudad de la raza de bronce, en medio del bullicio se
escuchan viejas voces, nada ha muerto en ti, seno materno de luz y oscuridad, tradiciones
resistentes, asombras a tus residentes, cada creencia, tendencia o locura que
te habita, tiene asilo permanente.
Ciudad, un día harás llover de tu suelo hacia el
cielo y pondrás gente en el sol.