domingo, 10 de octubre de 2010

La batalla es constante, con algunas pausas, forzadas por las mismas costumbres y el cambio de elementos para continuarla.

Por un lado, el que ha sido elegido como blanco de los sostenidos ataques, un Animal imperfecto, limitado; por fuertes razones no considera dejar el campo de batalla y es su presencia el motivo de que las Fuerzas Aéreas no cesen las incursiones.

La parte ofensiva, las F. F. A. A., es su naturaleza atacar, la supervivencia de su especie, están diseñados para irrumpir en cualquier lugar y lograr el objetivo a pesar de tener minúsculo tamaño; no importa si es a plena luz del día o en completa oscuridad, distinguen fácilmente cualquier distracción del blanco, su única desventaja es no poder ejecutar en silencio, compensan este pequeño defecto con una asombrosa rapidez, a veces indetectable para los radares visuales de la víctima, estos enemigos se mimetizan con la luz al realizar exactas evoluciones de reconocimiento y asalto, -además su vibrante aleteo confunde los sonares- se esconden, vuelan bajo, coordinados magníficamente para confundir a la presa.

****************************************************************************

Lo dicho, el Animal se encuentra en el campo de batalla, abstraído en alguna labor, prácticamente inmóvil bajo la luz eléctrica, únicamente sus manos están en movimiento, hasta ahora resiste pacientemente las punzantes agresiones de las F. F. A. A. Ellos acometen sobre toda superficie descubierta, firmes sacudidas del objetivo les obligan a retirarse brevemente, alzan el vuelo esquivando algunos intentos de ser eliminadas.

El organismo ha sido dañado en varias zonas, hace un rápido inventario de las secuelas y se dispone a contraatacar, provisto exclusivamente de su ira y una pesada arma larga, ataque defensivo es su estrategia, pero priva el desorden en su intento. Ha caído la noche y debe procurar descansar, sus radares se comienzan a entorpecer, facilitando las maniobras del enemigo.

Se prepara a recogerse, cubre todo su territorio con una gruesa capa que lo protege del frío y del acosamiento de los pequeños kamikazes, está consciente de que en cuanto quede a oscuras y cubierto, su cabeza será blanco fácil para los sedientos suicidas. Se concentra en conciliar el sueño, sin embargo vuelven a la carga, en libertad, aliados a la ausencia de luz, planean zumbando temerariamente a ras de piel.


******************************************************************************

Imposible resistir el asedio sin perder la paciencia. El Animal se levanta intempestivamente, blandiendo ridícula saeta, enciende la luz, los ubica, aporrea el aire, chusco e iracundo esgrimista sin tino. Las F. F. A.A. se dividen, unos replegándose mientras otros audaces continúan las embestidas. Poco a poco el Animal se despabila, animado por la desesperación logra dar caza a uno de los raudos elementos, sus radares funcionan ahora en óptimas condiciones, conoce bien el campo de batalla y comienza a recorrerlo ágilmente; al verlo en movimiento las Fuerzas Aéreas retroceden buscando escondrijos, sin embargo el escuadrón de dípteros no sospecha que este ha sido su último avance. El Animal logra asestar certeros golpes, la sangre queda untada en techo y paredes; ve caer lentamente los cadáveres que cazó al vuelo, diminutas y prodigiosas anatomías, pero en exceso hostigantes; diezmadas por la violencia del primitivo cazador que vive en el Animal, huyen desorganizadamente. Cerca de terminar con sus enemigos, redoblando saña y precisión, sin tomar respiro, decidido a terminar su dantesca obra, enardecido busca en todos los rincones, emboscando implacable a los supervivientes de las F. F. A. A.

*****************************************************************************
Después de la fragorosa reyerta, nuevamente a oscuras, completamente en silencio, ya restablecida su respiración, se toma unos momentos para cerciorarse de que los ha exterminado y satisfecho se dispone a dormir.

-Zzzzzzzzz

-Zum, zum, zum…

-¡Maldita sea!...