domingo, 11 de abril de 2010

Dos amantes, al besarse,
detenidos entre la multitud,
ignoran el movimiento en derredor,
intentan de la realidad sustraerse.
Ese dúo estorbando el paso, se vuelve
blanco de miradas curiosas, admiradas,
que pretenden ser indiferentes.
Causa asombro esa forma de evadirse,
dejándose llevar por el vaivén
presuroso de los extraños.
Son el centro en su universo,
ella y él,
viajeros errantes, compartiendo ruta,
espuma en la cresta de las olas.
Ojos cerrados,
se olvidan del tiempo,
húmedamente en el silencio,
sus bocas se dicen todo.
Cubiertos por su abrazo,
insolentes ante la indiscreción,
le muestran un nuevo rostro,
en el cual los dos se funden
íntimamente;
semblante de amantes,
anónimo, de complicidad.