martes, 30 de noviembre de 2010

La noche baja sobre ti acariciándote despacio, te cubre entera, escondiéndote de cualquier intención ajena, te aparta para ella sola. Hace que te pierdas a la proximidad de mis manos, te resguarda del instinto, me ciega, haciéndome tropezar en el camino a tu cuerpo, mientras aumenta el deseo. Pone a prueba la habilidad de mis pretensiones, te encierra en su silencio y me desafía a encontrarte en la mudez de sus aposentos. En las horas ciegas, tu respiración es la voz que busco para llegar a ti, pues eres invisible en el terreno donde la oscuridad te oculta, celando tu reposo. Pero mis celos animan las ganas y a tientas me acerco, sin desesperar recorro el camino que borró la noche. No quiero compartirte con las tinieblas, pienso cómo haré para apartarte de ellas cuando por fin nos reunamos, mas te sorprendo tratando de hallarme y entonces entiendo que la luz se ausentó de nuestro espacio para permitirnos ser sombras ávidas, en busca de una isla en éste mar de negrura. Ahora juntos, nos movemos sin complicaciones; simultánea cadencia, manos murmurando caricias, bocas sin palabras, piel en busca de piel, dos sombras empapadas fundiéndose en sensaciones, aprovechando que el vacio no tiene horizonte, con el potente palpitar de dos viscerales corazones, prolongamos el silente dominio de la indiscreta noche, que permite en su reino el estallido de soles.

lunes, 29 de noviembre de 2010

Quisiera ser libre e ir a cualquier lugar, sin reparar en el esfuerzo, la distancia, indiferente a la soledad, viendo desde lo alto, exento de remordimientos, lo que dejo detrás. Ya sabes, como las aves. Mi valor se crezca ante la noche, los caminos ciegos se abran a mi paso, alejándome sin pena de lo bueno y lo malo, ni más rico, no más pobre que al dejar de desear, ha de ser mi fortuna poder llegar a cualquier lugar, carente de identidad, prejuicio o vanidad, desvergonzadamente pasar, sentirme a gusto al pasar, sentarme a degustar el ver pasar. Que todo siga yéndose aprisa y no me invada la irracional ansia de acelerar, olvidando lo elemental, empecinado en perseguir esas cosas imposibles de alcanzar. Quitarme el peso de querer tener, pero poder satisfacerme, retener sólo el aliento, la vista clara al hablar de lo que veo, hasta que mi cuerpo compruebe que aún en clima cálido, debajo la tierra es fría. Reír sin exagerar, no esconderme al llorar, disfrutar frugalmente hasta lo que consideraba trascendental, pues ninguna ambición se completa cuando la razón va repleta de impaciencia y desazón, se me amargaba el corazón, antaño, por la obsesión de lograr aparentar, pensaba que obtendría con la opulencia educación e inteligencia, paupérrimo atlas empeñado en avanzar sin decencia ni experiencia, sufriendo algunas vergüenzas por conducirme con soberbia, desdeñando las lecciones de templanza y humildad, que a pesar de mi insolencia, me dispensaron con amor, en la caprichosa infancia, entre familia y escuela.

Ausentarme sin avisar, las deudas saldar, el trabajo terminar, no portar corona ni arrastrar grillete, sólo de ida pagar el billete, espero que en cualquier sitio las bendiciones de mi Madre me alcancen y se revelen oportunamente los consejos de mi Padre; andar sin dudar por todas partes, aprendiendo nuevas artes, correr con los ríos, abandonarme en mares, extraviarme en ignotos parajes, parar sí es necesario las alas curar y nada añorar. Recordar que el lecho quedo preparado, por si un día el instinto decide el regreso al sagrado lar. Ya sabes, como las aves.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Y mientras tanto, transcurren los segundos, constante marcha, inasible elemento. Se suman formando días numerosos, incontables, perdidos unos, otros memorables, inolvidables; algunos gozosos, luminosos; tantos oscuros, parecen no haber sido vividos, están ahí inmóviles en las sombras de la negación, esperando el olvido, dan la impresión de querer borrarse, pero finalmente se han adicionado a la cuenta, como cualquiera de los demás que se han sucedido desde el principio. Los veo escaparse, todos juntos en muda procesión, a la región del recuerdo, han dejado su domicilio anotado en la memoria.


Algunos se extraviarán, camino a ese lugar, pero no se restan para restituirse en el futuro, son victimas del descuido al cambio de la inalterable sucesión de la luna y el sol, sin embargo sobreviven y saltan enérgicamente cuando un esfuerzo instantáneo los requiere. Lo que llamamos tiempo es estático, invisible, nosotros somos los que aparecemos, transitamos y después de una serie de eventos fortuitos o provocados, sin saber por qué, en un hecho irrepetible fuera de nuestro control, simplemente dejamos de ser y estar, en este sitio en el que todas las cosas, concretas y abstractas tienen nombre, se pueden situar, relacionar, con nosotros o entre si.


Ecos de imágenes, sonidos con forma, palabras parlantes, pensamientos que viven sin tiempo, tiempo que se desgrana donde nadie pretende sentirlo, se desangra en si mismo, vive de lo no vivido y del olvido. Presente descollando en lugares indefinibles, deshabitado, pero no por ser inhabitable, solo está porque es inimaginable. Explosiones silenciosas, se disocian, multiplicándose inconscientemente en un orden sin control. Se esfuman, es más duradera en las cimas la bruma. Es posible su modificación antes de la concepción, influirlas de albedrío domesticado, corregir el total fragmentándolo, un detalle alterado que no cambia visiblemente el resultado. No me refiero a la genética, es dialéctica. Difícil encontrar simetría en la biología, es cuestión de geometría. Navegantes de ensueños, se sumergen en profundas simas de boyas luminosas, sin explicaciones precisas de astronomía, navegan en istmos extensos, usando elementos diversos que parecen inconexos, mas entrañablemente vigentes desde los huesos hasta los besos, presuntamente generados en los sesos. Y ya inventado el método para registrar los sucesos, cada indefectible evento tiene su lugar y momento.

sábado, 20 de noviembre de 2010

Azul desesperado, detrás de un gris plomizo; amarillo reluciente, reprimido, sintiéndose tibio. Verde cubierto por vital transparencia de lagunas polvorientas. Humo subiendo desde el negro sucio piso. Colores en pugna, atenuados por neblina, sofocados por la polución. Olorosos colores sueltan su alma al viento, aletean avivando los sentidos, vuelan hasta desvanecerse. Los colores florecen, clímax incontenible de alegres visiones, natural orden luciendo perfección. Sedosos colores, acarician sensaciones, pintan sonrisas en medio de la prisa, tapizando artificiales prados, pequeños ejércitos de color, haciendo frente al hastío del monótono ir y venir, multitudinaria presencia de matices. Los colores respetan el tiempo de la noche, se mecen delicadamente en espera de la luz, bajo el manto de la víspera. Resisten los colores al moroso otoño, bebiendo rocío, algunos solitarios adornan un estropeado sendero, viejo y olvidado, son como faros, su fulgor perenne contrarresta los embates, en el turbio movimiento de la vida citadina. La savia no reverdece de las secas entrañas del asfalto, se marchitan los colores, algunos deshojados, pisoteados en grasiento lodo perecen. Semillas que brotarán en increíbles colores, silvestre espectro terrestre, anáfora germinal sobrevive al hurto que le ha hecho la ciudad; en los lugares más imposibles se abre paso la naturaleza, planta rebeldes colores, en inverosímiles formas crecen. La vista no discrimina, en la breve paz de la contemplación, sin excitación, se embriaga con lo que Madre Tierra produce para su delectación.

viernes, 12 de noviembre de 2010


Este mes de Noviembre cumplo un año de mi entrada triunfal a Blogger, gracias a Querida La Mal por preguntarme, pues yo no tenía pensado mencionarlo. Al inicio y al final de este post, unas rolas que me gustan y -según yo- se relacionan con mi texto, de que manera, no lo sé, nada más denle play y bailen como yo bailé.

Consigue tranquilidad, sólo una poca, deberás continuar corriendo. Llena tu boca con ese sabor que te trastorna, es pasajero, requieres seguir comiendo. Otórgate descanso, no hay más remedio, es adictivo el arte de perecer viviendo. Parece inicuo el juego, pierdes tu tiempo tratando de resolverlo, eres un neutro más, relacionado con el bien y el mal. Extraviado en vericuetos de múltiples salidas, infernales oasis de tempestad y duda, también la mediocridad usa matices, pues siempre buscas algo más. Cuando tengas tramo delante al descubierto, no vaciles en avanzar, porque ha de durar un breve momento. Fantasmas voraces te persiguen, has aprendido a esquivarlos, sin embargo por más atajos que inventes, no puedes evitarlos. La pulcritud no es cosa tuya, rudo de lenguaje y maneras, malhumorado consuetudinario, cuando lo juzgas necesario, usas el disfraz de cordialidad. Interrumpes lo importante, por espejismos exultantes, apariencias que distraen, risas huecas en exageradas muecas. Criticas mordaz y punzante, permaneces expectante, buscando el talón, para poder burlarte. Dando bruscos giros, desubicado, es tan desalentador despertar y encontrar lo mismo de ayer, hoy también, tener la seguridad de que mañana será igual. Siempre idéntico escenario, los limites sin variaciones, emociones deseando libertad. Vas perdiendo el miedo y quieres saltar, traspasar la pared, destrozar el umbral que te devuelve al mismo sitio; los puños adoloridos de tanto golpear, no pueden evitar dejar escurrirse a la oportunidad, pero ahora sabes improvisar, enmendar, con pocos reproches continuar. No se nota tu esmero en el resultado, pero sabes lo que te has empeñado en el proceso. La aprobación no es tu ambición. Sabes que después de todo puedes fallar, caída libre con precaución, bordeando el vacío, logras la evasión y sonríes. De esas pequeñas mañas ya no te apañas, es momento de desaprender algunas inútiles cosas, te dices resuelto. En meandros inasibles te extravías, al desplazarte con soltura en los reales. Eres esa aparición intermitente, persiguiendo transeúntes, azar sin tino, el que vino y regreso, el seguro al saberse perdido, otro acongojado por estar contratado, una ordenando al pasado descuidado, la que besa ilusiones mientras tacha decepciones, la de experiencia inservible; la soledad callada sin aviso tararea canciones casi olvidadas, recuerdos, esperanza, indiferencia y silencio, el día es tan largo como lo sea tu resistencia al sueño. Si tan sólo pudieras mirar lo que hay debajo cuando vuelas, sin sentir vértigo.



A los ojos que me miran no los puedo ver, las manos que me tocan están lejanas, mas sin importar distancia la risa celebra, anula espacios empatando el tiempo, uniendo similares pensamientos en un fraternal sentimiento.
¡¡GRACIAS A TODOS!!

lunes, 1 de noviembre de 2010



Otra rola de "Rockdrigo", adecuada para estos días, en los que México entero celebra a sus muertos.
Donde quiera que sea, mejor se encuentren:
Daniel Hernández,
Enrique Arochi,
Epigmenia Serrano,
Hesiquio Jaime,
Teodora Ramírez,
Rodrigo Huerta,
Lourdes Vieyra,
Ivette Rivera,
Erasmo Huerta,
Javier Huerta,
Francisco Huerta,
José Huerta,
Calixto Serrano,
Ramón Serrano,
Sirenia Serrano,
Candido Monroy,
Rubén "El Poochie",
Alberto Montes de Oca
y por supuesto
Rodrigo "Rockdrigo" González.
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Un dormir eterno sin sueños.
Hacerse polvo irremediablemente.
Volver a donde nunca nos dimos cuenta de haber partido.
Partir cerrando los ojos, débil la voz, en medio de consternación, olvidados o en el paredón.
No quiero sentir que muero, no quiero temer morir, no mueran mis sentimientos mientras yo siga viviendo.
Tal vez con la edad se vaya el miedo, que me hace estar atento, por lo menos cuando estoy despierto, andando hacia una muerte sin fecha, sumando edad, errando, reprochándome, aprendiendo a resignarme; ya cuando llegue mi último momento, deberé morir sin sufrir.
La muerte trae el final mas no avisa, sea que lo tomemos con calma o nos movamos aprisa; dilapidando en amarguras la vida o exaltándola entre festejos y risa.
Condena inevitable, quizá por eso nacemos llorando y crecemos ensayando formas de regocijarnos, aprendiendo lo indicado.
Muerte es un puente entre sentirte y perderte sin referente.
El hombre pregunta, intenta disipar sus dudas, fuera de lo conocido un silencio inconmensurable le circunda, es la muerte que no responde ni duda en callar al hombre y sus preguntas.
Dicen que es necio ocuparse de este pensamiento, en tanto dura el aliento, porque se desperdicia el tiempo, pues de ese evento, ningún mortal está exento.